A partir de la referencia a las bullae, sistema de intercambio comercial usado hace más de 8.000 años en las ciudades mesopotámicas y basado en un código gráfico descriptivo que garantizaba la correspondencia entre precio y producto, esta pieza ilustra de manera heterodoxa, un precedente del sistema monetario que se basa en la confianza y la autentificación de la correspondencia de valores.Una vitrina con una colección de fragmentos objetuales, documentos arqueológicos e imágenes manipuladas propone el rastreo documental de un sistema económico pretérito que provoca la desconfianza en la naturalización del sistema económico actual como vía única de entendimiento comercial. Se ofrece un mosaico que, en un juego de asociaciones inusual, huye de la lectura fácil en romper el discurso narrativo sobre la idea de progreso vinculada con el devenir histórico y con la visión economicista del mundo. De ahí, que la propuesta se conforme como una especie de ensayo visual que pretende reconfigurar el orden sensible de las cosas y articula un conocimiento alternativo, al margen del discurso monolítico y compacto impuesto por las esferas de poder.