Me afecta la forma

Vista general de la exposición «Me afecta la forma». Toni Giró. La Pobla de Cérvoles (Lleida). Verano 2012.

Hay vida fuera del cubo blanco. Una vida rica en diálogos, reverberaciones y organismos atemporales que afectan lo que uno considera ya hecho y dado en su propio trabajo. Esta es mi experiencia a raíz de la exposición realizada este verano en esta capilla de piedra de la Pobla de Cérvoles.

La presencia de una copia del retablo gótico de San Miquel, atribuido a la escuela de Bernat Martorell y alojado durante siglos en la capilla, más allá de generar una serie de relaciones más o menos buscadas, me ha comportado la posibilidad de poner de relieve las articulaciones y finalidades que pretenden sostener la práctica artística en diferentes épocas. De los valores moralizantes, organizadores del entramado social y justificadores de la intermediación política y religiosa de los poderes de la edad media a la autonomía del sujeto artístico contemporáneo que pretende desarrollar una crítica del entorno globalizado en un contexto local y alejado de los debates artísticos.

La imponente presencia del retablo me ha permitido contemplar su narrativa iconográfica de cerca y rememorar sus vicisitudes en el contexto de la guerra de las imágenes y la iconoclastia. Las escenas de violencia representadas en las diferentes predelas tuvieron su contrapartida en la vida real cuando, en torno al 18 de julio de 1936, un grupo de anarquistas entró en la catedral de Tarragona, donde estaba depositado el retablo desde su restauración, para protagonizar una quema purificadora de los objetos que consideraban ritualísticos y justificadores de los estamentos sociales a derribar. La intercesión de Josep Alomà, dirigente anarquista, concejal de cultura del Ayuntamiento de Tarragona y fundador de la Escola Nova Unificada, les hizo desistir de estas intenciones cuando, en virtud de sus conocimientos, les dió una clase de historia del arte que convenció a los exaltados de la necesidad de conservar el patrimonio cultural más allá del significado final de sus imágenes.

Probablemente, Josep Alomà conocía bien la iconografía heroica del arte occidental y el cánon dualístico reiterado que confronta moralmente el bien y el mal en nuestra cultura. El San Miquel ataviado de capitán de la legión romana y venciendo al dragón no es muy lejano del Hércules heroico venciendo al león de Nemea, uno de los anagramas clásicos de la CNT. En esta historia, el mismo Josep Alomà reinterpreta el papel de héroe salvando el retablo de San Miguel que hoy se conserva en la Catedral de Tarragona.