Fotografías de Anna Soler Horta i Toni Giró
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En el panorama artístico catalán existe una larga tradición de artistas vinculados a la escenografía. Artistas como Pep Duran, Jordi Colomer, Pere Noguera, Perejaume, Frederic Amat, Jaume Plensa y otros han tenido una relación fructífera y más o menos duradera con el teatro. Las formas de relacionar el propio lenguaje plástico y conceptual con los proyectos teatrales son diversas y heterogéneas. Cuando un artista es el responsable de proyectar y crear el espacio escénico para una obra de teatro, siempre hay, o al menos así me lo parece a mí, la preocupación por tomar la distancia necesaria respecto al texto y la puesta en escena o incorporar de una manera evidente la propia mirada y sensibilidad artística como parte dialogante con la obra. En mi caso, la vinculación que mantengo con los proyectos teatrales nace de la relación que mantengo desde hace años con el director Moisés Maicas. Con él hemos establecido una dinámica de trabajo basada en el respeto mutuo y la comprensión de las posibilidades del lenguaje plástico y escénico como un activador importante que puede ayudar a proyectar la potencia de las obras.
Cuando me he confrontado ante una propuesta de creación de espacio escénico, siempre he tenido presente la idea de que los elementos objetuales y el mismo espacio deberían ser entidades que, lejos de ilustrar el contexto de una manera literal, puedan convertirse en dispositivos para conformar un paisaje de transformación dramática. Me parece que las cosas y las situaciones espaciales que aparecen encima de un escenario son menos interesantes cuando se identifican rápidamente por lo que son. Hay que considerar la inteligencia del público para seguir y acompañar el ritual de uso y transformación que ocurre en el escenario.
La potencialidad expresiva del texto y la flexibilidad de los actores para asumir su propia dinámica interpretativa a partir de las presencias objetuales y la estructura del espacio, son unos aliados indispensables para que la totalidad conceptual de las obras funcione. De hecho, tengo la sensación de que en las dos últimas obras en las que he participado (Lampedusa Beach de Lina Prosa y Psicosis de las 04:48 de Sarah Kane), el elemento común de partida era que, aparte de ser monólogos escritos y interpretados por mujeres, ambos son textos que de manera diferente presentan paisajes límite. El concepto de límite como frontera, como umbral expresivo, como línea que separa lo que se puede decir cotidianamente y lo que hay esbozar poéticamente porque nos quedamos sin palabras para decirlo, me ha interesado desde la primera lectura de ambos textos. Creo que esto es lo que he intentado hacer al esbozar unos paisajes en transformación que las actrices en cuestión han activado con complicidad, para convertirlos en aproximaciones poéticas a estos límites.
En el caso de Lampedusa Beach, el lirismo del mediterráneo baña la tragedia de la inmigración ilegal para crear un contrapunto a las imágenes que por frecuentes somos capaces de neutralizar como si se tratara de efectos naturales, errores marginales de nuestro sistema. La epopeya vinculada a las aguas que han visto surgir los grandes textos clásicos de nuestra cultura greco-latina enmudece con los restos de los naufragios diarios de las pateras que se hunden antes de llegar a nuestras orillas. Con el agua al cuello se inicia el monólogo de la protagonista tras ser violada a bordo de la patera. El proceso de hundimiento en el azul profundo activa gradualmente una lucidez poética que denuncia las contradicciones de un mundo globalizado, ciego ante sus propias miserias.
Psicosis de las 04:48, el paisaje es más bien mental. La potencia y riqueza del texto de Sarah Kane se acerca a la experimentación del lenguaje de Beckett. El drama existencial de la protagonista no resta fuerza a la denuncia que hace del sistema de salud. El espacio escénico pretende esbozar, de una manera no literal, los límites laberínticos del cerebro de una persona enferma mental. Los elementos escénicos se convierten en una panoplia de objetos o casi objetos que definen un espacio en crisis, un área de delimitación difuminada donde se navega entre los indicios de situaciones clínicas, estructuras y materiales fríos que aluden a un contexto industrial y presencias sígnicas y reminiscentes donde la actriz desborda su personalidad para mostrar su fragilidad y potencia al decir unos textos luminosos a pesar de la desesperación por la necesidad de ser amada.
Ambos textos son un material de partida inestimable para intentar presentar unos espacios escénicos que comparten mucho del lenguaje de las instalaciones de arte contemporáneo, con el que me siento realmente vinculado. Quizás las derivadas del postminimalismo de los años setenta todavía tienen mucho que aportar en cuanto a sus posibilidades escénicas. En concreto, los despojos objetuales que pueblan el paisaje después de la tormenta permiten a los espectadores tener un papel clave en la reconstrucción y rememoración de las historias de estas brillantes, lúcidas y necesarias escrituras.
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Lampedusa Beach
Autora: Lina Prosa. Traducción de Anna Soler Horta
Dirigida por Moisès Maicas. Actriz: Bàrbara Roig, Percusionista: Djibril Ngom.
Espacio escénico y vestuario: Toni Giró
Iluminación: Daniel Gener
Gesto y movimiento: Guille Vidal-Ribas
Ayudante de dirección y regidora: Jenifer Castillo
Teatre Akadèmia. Barcelona. 2014
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Psicosi de les 4.48
Autora: Sarah Kane. Traducción deAnna Soler Horta
Dirigida por Moisès Maicas. Actriz: Anna Alarcón
Espacio y elementos escénicos: Toni Giró
Vestuario: Pi Piquer
Gesto y movimiento: Guille Vidal-Ribas
Diseño de luces: Raimon Rius
Diseño de sonido y dirección técnica: Daniel Gener
Asistente de dirección y regidor: Albert Massanas
Producción: Teatre Invisible
La Seca. Espai Brossa. Sala Joan Brossa. Barcelona. 2015