Manidemo
2007
– 2007. “Action Must not be reaction but creation”. Fundació Espais d’Art Contemporani. Girona (exposición
individual)
Proyecto subvencionado por el Departament de Cultura. Generalitat de Catalunya
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Una marcha de manifestantes por las calles. Panoplia de pancartas rígidas y telas que no se mueven o quizás se han movido y han quedado congeladas. No hay inscripción alguna. El grupo no corea ningún eslogan. El recorrido no es previsible. La ciudad bien podría ser la propia. Expresión contenida. Demostración colectiva.
Las manifestaciones entendidas como concentraciones y marchas públicas de individuos que conforman una unidad colectiva más o menos homogénea en función de unas consignas ideológicas, una pertinencia política y social a un grupo o una conveniencia circunstancial, constituyen un fenómeno habitual en nuestro paisaje urbano y una estampa recurrente en la memoria ciudadana. El derecho a manifestarse está recogido en la carta de derechos de cualquier comunidad o país que pretendan presentarse como auténticamente democráticos. Estas marchas, más o menos organizadas, ocupan el espacio público de una manera previamente pactada o no y expresan de forma autónoma, una estrategia de territorialización del paisaje urbano, codificando los posibles itinerarios a partir de la lógica designada por sus sistemas simbólicos y por su estructura funcional.
En definitiva, podemos entender las manifestaciones como un síntoma del poder y la voluntad ciudadanos, expresión de la toma de conciencia del rol social colectivo y exteriorización de la propiedad real del espacio público.
Sin embargo, las manifestaciones como representación y forma de un deseo de expresión colectivo no pueden desligarse de las proclamas, consignas e ideales que las vertebran. El uso populista y la apropiación de esta estrategia urbana por parte de quienes históricamente no han confiado jamás en su funcionalidad social hacen que sea pertinente una revisión poética que plantee la reactivación de su valor insurgente inicial.
El proyecto plantea una primera fase de documentación, diseño y organización de una manifestación cívica como acción artística. Su segunda fase consiste en la producción específica de los elementos que serán transportados durante la misma (los manifestantes marcharán a lo largo de un recorrido diseñado en función de su significación visual y conceptual, llevando esculturas de pancartas blancas sin inscripciones, pancartas “congeladas” realizadas con material escultórico sólido). En tercer lugar, se prevé la realización específica de la acción con sus correspondientes episodios. Por último, la fase posterior del proyecto consiste en la grabación en vídeo del acontecimiento para producir una obra autónoma que vaya más allá de la mera documentación de la acción y genere una estructura narrativa propia.
Los asistentes a la convocatoria de esta manifestación se ponen al servicio de un uso poético de la forma, parafernalia y liturgia de la manifestación y devienen a su vez actores participantes y coautores de la pieza.